Reflexiones de un mundo dividido

Matemática y filosóficamente seguimos oscureciendo. Un dibujo nos muestra el silencio y el miedo. Se apodera de nosotros la catástrofe. Ésta, una ola de llanto, nos hace morir de rabia gracias a aquellos rayos de poca iluminación. Nos han salvado la vida los recuerdos. Nos matan las incertidumbres pobres. Se caen los días. Se mueren los resentimientos. Cantan las voces apagadas. Claman por libertad las suspensiones de polvo en el aire. Solo son insignificantes las bacterias, porque no pueden hablar. Exigen un idioma correspondiente todos los pasados olvidados. Imploran un poco de atención las luces, que prendidas dejan de tener sentido. Luchan por una nueva vida, y olvidando secretos se van y se inundan con oraciones eclécticas. Se pasan. En el tiempo, escuchando los gritos desamparados las personas duermen porque ya no saben qué hacer. Si. Hay instrucciones. Para todo comienzo y para todo final, pero no para hoy. No queremos que nada acabe, sin precipitaciones hay que seguir buscando una respuesta.
Implica conocimiento una pregunta, implica conocimiento una palabra, pero ¿Qué conocimiento nos brinda una copa con agua? Hace crecer el espíritu un libro. Ya no sirve lo demás. Es cuestión de ver con los sentidos, con el corazón: que se gana, se gana. Con algo que no se ve podemos llegar al infinito. Sólo a través de la muerte nos espera lo desconocido. Lo demás... está por verse.
A si mismo un hombre paga sumas incalculables, pero no sabe que lo verdadero está dentro de si.
Hay que cambiar y descubrir un camino insólito. Nos espera el gran hallazgo del otro lado, pero para eso falta. Hasta entonces...
...Hay que vivir.


Matemática y filosóficamente seguimos oscureciendo un dibujo. Nos muestra el silencio, y el miedo se apodera de nosotros. La catástrofe está. Una ola de llanto nos hace morir de rabia.
“Gracias!”- a aquellos rayos de poca iluminación- “¡Nos han salvado la vida!”.
Los recuerdos nos matan. Las incertidumbres, pobres, se caen. Los días, se mueren. Los resentimientos cantan. Las voces apagadas claman por libertad. Las suspensiones de polvo, en el aire solo son insignificantes. Las bacterias, porque no pueden hablar, exigen un idioma correspondiente. Todos los pasados olvidados imploran un poco de atención. Las luces que prendidas dejan de tener sentido luchan: por una nueva vida. Y olvidando secretos se van y se inundan con oraciones eclécticas. Se pasan en el tiempo escuchando los gritos desamparados -las personas-.
“¿Por qué ya no saben qué hacer? ¡Si hay instrucciones para todo!”
“Si hay instrucciones: Para todo comienzo y para todo final, pero no, hoy no queremos que nada acabe sin precipitaciones. Hay que seguir buscando”.
Una respuesta implica conocimiento, una palabra. Pero ¿Qué conocimiento nos brinda? Una copa de agua hacer crecer el espíritu. Un libro ya no sirve. Lo demás... es cuestión de ver. Con los sentidos, con el corazón, ¿Qué se gana? ¿Qué se gana con algo que no se ve? Podemos llegar al infinito solo a través de la muerte. Nos espera lo desconocido, lo demás está.
Por verse a si mismo un hombre paga sumas incalculables. Pero no sabe que lo verdadero está.
Dentro de si hay que cambiar y descubrir. Un camino insólito nos espera: el gran hallazgo del otro.
“Pero... ¿Para eso falta?”
“Hasta entonces hay que vivir”.


Juli. (P.L)